El Árbol Blanco es una asociación que tiene sede en
Alcobendas, Madrid y que surge de la iniciativa de un grupo de amigos
interesados en mirar juntos la belleza de la realidad a través de propuestas
como exposiciones, libros, conferencias, conciertos, teatro, películas, viajes
culturales o salidas a la montaña.
Pablo Pardo Santano, presidente
del Árbol Blanco, considera que la asociación surgió al revés de lo
habitual. Normalmente una asociación es
constituida por un grupo de gente que se junta para hacer algo. En cambio, los miembros del Árbol Blanco era
grupo de gente que hacía cosas muy variadas hasta que, en un momento
determinado, decidieron unir las ideas creativas y darle una estructura que no
tenía. Si bien fueron dos personas las
que impulsaron el proyecto, al final la asociación se conformó con siete
personas, que eran las más cercanas y las que tenían más iniciativas. Luego de decidir el nombre, se registró y se
creó el blog http://asociacionculturalelarbolblanco.blogspot.com/
¿Podrías
profundizar un poco más en el antes y el después de crearse la Asociación?
Estuvimos un par de meses
pensando en un nombre y quiénes debían formar parte de la asociación. Si bien fue iniciativa, sobre todo, de un par
de personas, finalmente quedó constituida por siete personas. Hemos intentado que la asociación no suponga
una nueva tarea que hacer sino que, las cosas que antes hacíamos, como una
iniciativa individual, se hicieran como iniciativa de la asociación.
Hace como cinco años, más o
menos, empezamos a organizar excursiones de montaña. Primero Pedro Pablo, quien era el
sacerdote de la parroquia de Alcobendas y en donde comenzamos a conocernos la
mayor parte de nosotros, y yo. Al
principio íbamos él y yo, luego se nos juntó mi mujer y ahora salimos entre
quince y veinte personas. A esa
actividad le pusimos un nombre: Hobbiton. Era una cosa sin ninguna relevancia que
servía para entendernos nosotros.
Yo lo planificaba con Pedro
Pablo y mandábamos un correo electrónico a los interesados. Poco a poco se fue sumando más gente y ahora lo
enviamos a sesenta personas más o menos.
Ellas aparecen a su criterio: una vez cada mes y medio o cada dos
meses.
Otro grupo de amigos, organizaba
en la parroquia una audición musical, una película o una visita al museo o al cine
y lo ofrecían a la gente una vez al mes o cada dos meses. Ocasionalmente, se planteaba ver juntos algún
documental sobre cosas realmente insospechadas.
Yo recuerdo que, un Viernes Santo, proyectamos un documental sobre la
Aventura de Ned Shackleton en el Polo Sur.
Es un tema que me interesa, que conozco y sobre el cual he leído
mucho. Entonces, como estábamos medio
aburridos, propuse que lo viéramos juntos.
Surgían muchas cosas distintas
y llegó un momento en que había una pauta según la cual, al menos una vez al
mes, estábamos organizando algo. Y ese
es el origen real, el hecho de sentarnos y decir: ¿oye, por qué esto no lo ponemos en un marco común, por qué no lo
convertimos en una asociación cultural?, entendiendo cultura como algo muy
amplio, todo ello que surge de la relación entre personas, que va más allá de
lo imprescindible y que se propone a otros.
Empezamos a abrir la
iniciativa, aunque de una forma selectiva.
No queremos una asociación que se convierta en una fábrica de hacer
propuestas, en la que se persiga el hecho de tener una militancia, de ser muy
famosos y que nos conozca mucha gente. Al
contrario. A nosotros nos interesa la
relación existente entre las personas en la asociación. De ahí que prefiramos que la difusión sea,
fundamentalmente, a través del boca a boca.
Cuando hacemos una excursión de montaña, nunca la publicitamos a través
del blog. Montamos la información
después de haberla hecho con la intención de que, si a alguien le gusta la
idea, se apunte para la próxima vez.
¿Estas
excursiones a la montaña qué objetivo tienen?
Bueno, ya sabes eso que decían
estos que subieron al Everest: -Mallory, ¿por qué sube Usted al Everest?
–Porque está ahí… Empezamos a subir
a la montaña, simplemente para conocerla.
Nos atrae, nos parece que es un lugar donde se manifiesta de forma muy evidente
la fuerza de la naturaleza, su belleza.
A ello se le suma la necesidad de caminar juntos, de apoyarnos unos a
otros, de compartir las cosas, la comida, de que cada uno ofrezca sus
conocimientos acerca de los lugares en los que haya estado, de los paisajes, de
las plantas o acerca del origen del lugar.
La montaña es un lugar especial, con condiciones dadas, que permite profundizar
en ciertas cuestiones. El esfuerzo
físico, el sacrificio, la capacidad de caminar al ritmo del más lento es una
cosa bonita de hacer. Simplemente por
eso es que hay que ir a la montaña.
Y,
¿en qué cosas profundizarían?
A nosotros nos interesa mucho
nuestra relación y las amistades que puedan surgir a través de ella o de las
relaciones de algunas personas que no conocíamos, que no nos conocían y que un
día vinieron a la audición de un concierto, a la conferencia sobre la sábana
santa, a la presentación de un libro o a una película. A través de estas cosas que estamos
compartiendo, vamos creciendo más y fortaleciendo nuestros vínculos. Igualmente, nos interesa conocer más. La realidad es tan grande y hay tanta gente
que sabe…
Lo último que hicimos como
Asociación, fue ir a ver la exposición del pintor Hopper en Madrid. Estuvimos cuatro. Y resulta que el vicepresidente, Andrés, está
totalmente fascinado por este pintor. Considerando
que ya se había leído tres o cuatro libros y conocía la exposición, nos dio una
presentación magnífica y, a continuación, escribió para el blog. Lo que yo pude aprender ese día, lo pude
aprender gracias a que otro sabía. Pude
profundizar en eso que a mi me interesaba superficialmente, pero que, a partir
de ese momento, descubro una cosa nueva, un interés nuevo.
Casi cualquier cosa que a
alguno de nosotros le interese, puede ser propuesto a los demás. Y de fiarse del interés de otro por algo,
surge la idea de que eso podría merecer la pena. Sin embargo, hay veces que no te interesa lo
propuesto y no hay problema. Soy el
presidente y hay cosas a las que no voy.
Yo no quiero convertir esto en una militancia. Si aquí se propone un concierto de la Misa de
Réquiem de no sé quién y yo no soporto la música sinfónica, pues a lo mejor no
voy. Si voy, lo paso bien y lo
disfruto. No pretendemos generar una
milicia en la que todos tenemos que ir a todo y que, de repente, se encuentren
incómodos.
Yo tengo mucho empeño en la
parte que tiene que ver con la naturaleza.
Probablemente me interesa por mi formación como geólogo y porque tengo
la costumbre de subir a la montaña. Entonces,
yo he cogido una dinámica en la que organizo como mínimo ocho o diez
excursiones al año, incorporo la crónica en el blog, mando correo a los amigos,
estoy seleccionando siempre nuevas rutas y proponiéndolas, pero nunca nadie
está obligado a ir.
Entonces,
al final, ¿cuál sería el objetivo del Árbol Blanco?
Pues, me pones en aprietos
porque no te creas tú que lo tenemos claro.
Nuestro objetivo, como te digo, es compartir lo que nos gusta, aprender de los otros, profundizar
en nuestras relaciones y expandir eso a todo aquel que esté interesado. Valoramos mucho nuestra amistad, una amistad dilatada,
que tiene mucha gente que propone y participa de las actividades.
Entonces,
no sería una asociación como para matar el tiempo libre…
No perseguimos eso. De hecho, no tenemos tiempo libre. Ojalá tuviéramos más. No queremos plantear una obligación de tener
que presentar un número de actos o de salidas.
Ahora nos presiona un poco, en Alcobendas, pues nos hemos inscrito en el
registro y, para que te mantengan, tienes que dar una memoria anual. Ello te obliga a que tenga que planificar
excursiones, proyecciones de películas o conferencias y eso casi que nos pesa
un poco, porque no es nuestro estilo.
Nuestro estilo es: alguien descubre algo de interés y lo propone a los
demás. Y que eso se difunda, que se
expanda. Realmente ese es un poco el
objetivo. Pero es un objetivo que, si
ocurre bien y si no… no tenemos una pretensión.
Simplemente le dimos un marco a lo que hacíamos juntos.
Pero,
si es algo tan informal, cuál sería el interés en registrarlo y de darle forma
de Asociación…
Es interesante, porque
nosotros mismos nos lo hemos preguntado muchas veces. Si se quiere, había un interés práctico, de
poder optar, por ejemplo, a tener un salón de actos acondicionado para una
buena ponencia, como la que hizo Ignacio Carbajosa en el mes de febrero o para
la presentación de un libro. De pronto,
podemos contar con recursos o con material de montaña, que lo ceden con más
facilidad a una asociación que a un particular.
Igualmente nos dimos cuenta que, si bien éramos un grupo de gente que
hacía cosas juntos, pensamos que podía ser un bien para aquellos a quienes les
motivara sumarse a la experiencia. De
ahí la decisión de constituir una asociación.
Otra razón, más lateral pero no
menos interesante, es que la amistad del grupo original de siete personas, nace
en la parroquia. Entonces, llegó el
momento en que no queríamos estar asociados a un grupo parroquial, no por nada
negativo, sino que no queríamos que la
gente pensara que nuestras actividades eran de la parroquia, porque tal vez
podía haber gente interesada en asistir a nuestras actividades y no venir a la
parroquia.
Me
llama mucho la atención que intenten separar sus actividades de la parroquia, lo
cual podría estar circunscrito a una creencia religiosa. ¿Podrías hablarme un poco del perfil de estas
sesenta personas que son fijas dentro de la asociación?
Los originarios éramos un
grupo de amigos que nos conocíamos de la parroquia. De los sesenta, hay una mayoría de personas que
son gente de nuestro círculo. Tal vez
cuarenta o cuarenta y cinco son del entorno que frecuenta la parroquia, pero
luego va habiendo cada vez más gente, que no necesariamente es creyente, que
está vinculada un poco lateralmente y que, a través de alguien que anda por ahí,
se ha acercado. Somos adultos todos,
hombres y mujeres por igual y de estrato social muy variado.
Si
cualquiera puede plantear las actividades, ¿ustedes tienen algún tipo de filtro
o de condición para que se lleven a cabo?
Lo que hemos visto es que hay
como dos momentos: en el primero, la gente se acerca y empieza a participar. En
el segundo, algunas personas deciden ir más allá y comienzan a proponer ideas,
generalmente, a la junta directiva. No
recuerdo que le hayamos dicho a alguna que no es una buena idea.
Por ejemplo, a alguien se le
ha ocurrido: -oye, a mi me gusta mucho el
cine, podríamos poner una vez al mes una película clásica para que los chavales
de doce o trece años, que no han visto una película de Hitchcock, pudieran
verla aquí. -Pues, venga, vamos a
montarlo. Es cierto que la gente le concede
una especie de autoridad a los que hemos estado desde el principio.
Sin embargo, siempre pedimos
que el método sea el mismo: no pongas un cartel anunciador, no lo difundas de
tal manera que suponga una llegada indiscriminada de gente, sino plantéalo en
el entorno de la gente que conocemos y, a partir de ahí, ya lo podemos abrir a
quién sea.
Los actos que pudieran tener
un perfil muy público, como la presentación de un libro, que queremos que tengan
la difusión adecuada, los promocionamos en “Siete Días”, la revista de
Alcobendas. Salvo esos casos puntuales,
siempre pedimos a cualquiera que tenga una idea, que el método sea el de enviar
un correo electrónico a la gente que conozcas, amigos tuyos que no estén en la
asociación y a la gente de la asociación.
¿Qué
beneficios crees que le trae a la gente este tipo de actividades? Porque yo veo
que no están dedicados ni a pasar el tiempo libre, ni son actividades culturales
para dejar una enseñanza moral. Pero, si
ya tienen sesenta personas y siempre existen ideas nuevas y la gente siempre
está proponiendo, es porque tiene algún atractivo…
Tengo la sensación de que el
principal atractivo es que la gente descubre.
Pienso que la gente que viene a los actos de la asociación -como la
subida a la montaña-, que hace que sistemáticamente venga y le interese, es la
calidad de relación entre las personas que estamos allí. Yo creo que lo que se descubre es una forma
de relacionarse entre las personas interesante y atractiva.
Entonces,
¿cuál crees que sería la principal carencia que existe en las relaciones
humanas actuales que hace que la gente se adhiera a este tipo de iniciativas?
Yo creo que, en general, las
relaciones humanas son poco humanas. Son
poco significativas. Nosotros no
hablamos de Schopenhauer, ni de filosofía cuando vamos a la montaña. Generalmente vamos insultándonos unos a
otros, bromeándonos sin parar. Pero, se
impone una relación en la que la vida de unos importa a los otros. Y yo creo que eso es lo que la gente echa en
falta en sus relaciones: que haya personas a las que les importe. Este tipo de cosas pone de manifiesto que nos
queremos. Y yo creo que eso se
percibe.
Las personas quieren
participar de ese tipo de relaciones y que conste que somos la gente más normal
del mundo. Nosotros no tenemos nada
especial. Lo que surge entre nosotros, sí
es un poco especial. En esa relación
surge una realidad que es distinta. Y
eso se nota.
De pronto vamos juntos al cine,
luego tomamos unas cervezas, vemos que nos ha gustado la película, decidimos que
es algo para la asociación, hacemos algo para el blog y lo guardamos. Entonces la gente te dice: oye,
qué interesante la película que recomendaste, hemos ido a verla y nos ha
gustado un montón. ¿Cuándo vais a ver
otra, que nos gustaría acompañaros? Así
de simple es la cosa.
Esta
iniciativa me parece muy interesante. Yo
pensaba que era una asociación para emplear el tiempo libre de una forma proactiva,
pero tu me dices que no es una asociación para matar el tiempo libre. Es una cosa completamente distinta. Pero es algo que se podría exportar y es
precisamente, como es algo tan atípico, es una propuesta interesante…
Yo te diría que, la clave, es
que el origen es el contrario a lo habitual.
El origen habitual es: un grupo
de personas se une para hacer algo juntos y, para ello, se crea una asociación de
montaña, de excursionistas, cultural, artística, cinéfilos, yo qué sé, lo que
sea. Y aquí ocurre lo contrario. Un grupo de gente amiga y que hace cosas
junta, en el poco tiempo libre que tiene, considera que lo que hace es tan
atractivo que decide darle un formato más estable para que más gente pueda
participar de ello. O sea, el método es
casi al contrario. Yo creo que eso es un
poco lo chocante.
Sí,
absolutamente, pero es interesante. Me
parece una propuesta novedosa, porque se sale completamente de la norma. Sin embargo, algo que me llamó la atención
del blog, era la definición que ustedes le daban al Árbol Blanco. ¿Podrías explicarme qué significa?
El presidente, que soy yo, y
el vicepresidente, que es Andrés, somos muy fanáticos de Tolkien. De los siete que conforman la junta
directiva, tres personas que no pueden ni verlo. Recuerdo que en una cena, en la casa de José
Luis, tuvimos una conversación muy divertida sobre el nombre que debíamos
ponerle. Y al final triunfó este.
En la mitología de Tolkien hay
varios árboles blancos, pero la referencia del Árbol Blanco, que nosotros
utilizamos, de la tercera edad, es un signo de una presencia que no es
evidente, pero que sustenta eso. El
Árbol Blanco de tercera edad, que crece en el patio de una ciudad, es un
vástago de un árbol antiguo que crecía en el paraíso y que, de alguna forma,
emitía la misma luz de la divinidad. La
luz del bien estaba en ese árbol. Ese
árbol ya murió y quedó su único vástago.
Entonces, cuando los hombres miran ese árbol que todavía existe, esa
semilla que está en el vástago del árbol antiguo, eso les vuelve a la
consciencia de que existe una belleza superior, un bien superior, algo de lo
que ese árbol es solamente un reflejo.
Lo que es para nosotros la
cultura, la naturaleza, la música, el cine, el teatro, las cosas que hacemos
los seres humanos como expresión de nuestra inquietud o que ponen a través de
nuestros ojos, son hermosas por sí mismas, pero son el reflejo de otra cosa. Entonces, nosotros pretendemos, desde nuestro
punto de vista, desde nuestro pensamiento católico y desde nuestra posición de
personas que tenemos fe, toda esa realidad es algo que está mostrando una
belleza superior y que, a través de esos signos, se manifiesta.
Y, ¿qué
sería esa cosa superior?
Para nosotros es Dios. Nuestra asociación no tiene ningún problema con
personas que no tengan fe, no exige ningún tipo de profesionalidad, ni excluye
a nadie. Pero el punto de partida de por
qué hacemos las cosas juntos y de lo que nosotros pensamos -que surge de
nuestra amistad- es la fe que nos une. De
hecho, nosotros somos un grupo de gente que nos la pasamos en la parroquia. Y, a partir de ahí, se ha dilatado. Nosotros llegamos a la cima más alta de ese
día y rezamos un Ave María. Si alguien
no quiere rezar, no pasa nada. Está ahí
al lado y luego comemos juntos un bocadillo.
Con eso no hay ninguna pega.
Pero, para nosotros, esa belleza es una manifestación de Dios.
¿Cuál
es la actividad que más les ha dejado huella y por qué?
Ahí soy parcial. Para mi es la montaña. Primero, la montaña tiene una dinámica
temporal, porque ocurre en una periodicidad bastante clara. Segundo, hemos
estado saliendo a la montaña desde hace cinco años, hemos hecho algo así como sesenta
excursiones. Ha pasado y sigue pasando
por ese grupo sesenta o setenta personas.
Hemos conocido muchos lugares diferentes. Luego, por si misma, la montaña tiene una unidad,
porque es muy sencilla.
Todo se resume a reunirnos en
la puerta de mi casa o en la parroquia a las ocho de la mañana, comprar una
barra de pan y caminar juntos. Un día
volvemos a las tres, otro a las cinco y otro a las ocho. De pronto pinchamos la rueda del coche o
tenemos algún accidente. Es todo muy
simple, pero a la vez como muy nuclear.
Tiene una entidad propia muy interesante.
Luego, está los jueves
culturales, que es una propuesta muy interesante, pero que creo que tiene un pequeño
problema de continuidad, porque las personas que son más responsables de
sacarlo adelante tienen una vida muy complicada. Considero que le falta todavía un desarrollo,
ese sentido de convertirse en una dinámica más constante. También esa actividad
comenzó muy asociada a unos espacios y horarios parroquiales, por lo que pienso
que debería haber cierta independencia con respecto a eso y que se dará con el
tiempo. Sin embargo, tampoco queremos
tener como objetivo el conseguir que los jueves culturales sean una obligación. No queremos que en ningún momento la
asociación suponga una tarea que tenemos que hacer. No organizamos actividades de tiempo libre
para nadie. Hacemos cosas juntos que nos
gustan y las ofrecemos a los demás.
¿Sientes
que el hecho de haber estado en contacto alguna vez con la asociación le ha
cambiado la vida a alguien o, por lo menos, la percepción de algo?
Yo te diría que sí. A partir del contacto que algunas personas
que han tenido con la asociación y con las actividades que hemos hecho, han
descubierto cosas nuevas y han modificado algunas cosas de su vida para bien.
Como,
¿por ejemplo?
Un amigo nuestro, que tuvo relación
muy difícil con todos los temas religiosos y eclesiales por una serie de
experiencias malas, y que tenía un rechazo sistemático a todo lo que tuviera
que ver con personas de iglesia, se ha animado a ir a la montaña, es un amigo
nuestro y hemos construimos una relación de amistad magnífica, en la que no le
pedimos que cambie su criterio sobre las cosas.
Por su parte, nos acepta como somos cosa que, a lo mejor antes, no podía
hacer.
Otras personas tenían una vida
muy solitaria, una vida muy burguesa, en la que no cultivaban amistades fuera
del círculo estrictamente familiar y que ahora, de repente, son personas que
están todo el día proponiendo ideas.
Como
ustedes plantean una manera tan distinta de relacionarse con terceros, pues ese
es un germen que…
Eso es lo que nosotros
creemos. Pero te digo que tampoco
queremos tener una militancia en eso. No
es nuestra intención. No queremos
cambiarle la vida a nadie. Simplemente
proponemos cosas que creemos que merecen la pena. Hay veces que son cosas para adultos y otras
veces que son cosas para niños. Este año
hemos ido a ver con los niños en Casa de Campo “La Aventura del Espacio”. Fuimos cuatro gatos pero, bueno, la gente se
apuntó y los niños salieron bastante alucinaos.
Nunca sabes hasta dónde van a
llegar estas cosas, qué va a surgir de ahí, qué interés surge en una persona
con el paso del tiempo, y la propuesta siempre es la misma: nosotros proponemos
nuestra relación y lo que hacemos juntos a los demás.
¿Y
qué visión tienes a futuro de la asociación?
¿Sientes que va a evolucionar o que se va a quedar, desaparecerá…?
No creo que desaparezca a
corto plazo, porque no dejaremos de hacer cosas, ni de ser amigos. Con respecto a si cobrará otras dimensiones,
si será más grande, si difundirá más, no lo sé, no tengo mucha expectativa
sobre eso. Yo creo que si nuestra
asociación crece, será de crecimiento lento, por la misma dinámica de las
cosas. No veo que se extinga, pero
tampoco la veo saliendo mañana en no sé qué periódico, ni teniendo una difusión
pública tremenda. Creo que no va por ahí
y, de ser así, no sabría manejarlo. Esto
es una cosa que hacemos en nuestro tiempo libre. Si tuviera unas dimensiones muy grandes, no
podríamos manejarla.
Tendrías
que dedicarle todo el día…
Y no lo tenemos.
¿Sientes
que existe el germen necesario para que esto lo adopten las generaciones
futuras?
Yo creo que sí, que es
posible. Aunque, es verdad que está
asociado a un grupo de edad originario, a una franja bastante estrecha y a un
perfil. Pero se ha ido difundiendo
nuestras acciones. A las excursiones a
la montaña va gente que entra en un rango de edades comprendido entre los
catorce y los sesenta años.
Pero,
¿existe el interés de estas generaciones jóvenes, no sólo de continuar, sino
incluso de plantear actividades?
Sí. Yo creo que el hecho de que los chicos de
dieciocho o de veinticinco años vean en sus padres un determinado tipo de
relación de amistad real, los sensibiliza.
Probablemente pienses que no hay amistades como las tuyas cuando tienes
veinte años, pero ver gente que tiene cuarenta y cinco o cincuenta y que tiene
amistades como las tuyas, es muy atractivo.
Yo creo que a esos chicos en concreto, tres o cuatro que vienen con
nosotros, les llama especialmente la atención las relaciones que tenemos. Entiendo que sería lo más normal del mundo
que esa gente, a mediano o largo plazo, pudiera continuar participando de esas
actividades y tomando el relevo con nuevas iniciativas. Podría ser…
Bueno,
para finalizar, necesito que me definas “La Belleza de la Realidad”…
Es un poco lo del árbol que te
decía antes, quizás yendo un poquito más allá.
Nosotros pensamos que la existencia de lo real, de las personas, de la
naturaleza, del calor y del frío, de todo lo que existe, no responde a un azar
o a algo que influye y que, si te viene bien, es positivo y, si interviene mal,
es negativo. Creemos que, detrás de todo
ello, hay un designio positivo.
Creemos en la existencia de un
bien, de una belleza que está detrás de todas esas manifestaciones, incluso
hasta en las que podrían ser un poco más desagradables. La realidad es que hoy hace un calor del
demonio, y otro día será frío, y el día que subes a la montaña, no ves
nada. Y en ese día, la belleza es la
niebla. El día que subes y está despejado,
notas que la belleza es la vista que tienes.
La circunstancia no es lo que determina que algo sea hermoso o no, sino
que la realidad por sí misma lo es. Lo
que pasa es que no siempre te viene bien.
Pero, la existencia de lo real, por sí misma es belleza.
Es
como eliminar un poco el prejuicio de lo que es bello y aprender a apreciar lo
que hay…
Como te decía antes, hay actos
a los que no voy, pues porque soy un poquito indisciplinado o porque quiero
ejercer mi libertad de decidir a lo que de verdad quiero ir. Me cuesta descubrir la belleza en
determinadas manifestaciones artísticas.
Pero hay otros compañeros para quienes una determinada manifestación es
fantástica. Y yo no voy a discutir
eso. No tiene sentido. Yo entiendo que esa obra también pueda ser
hermosa. Lo que pasa es que yo no tengo
suficiente educación para descubrirlo.
Pero entendemos que la realidad es hermosa por sí misma. Por el hecho de su existencia.
Una entrevista de Flavia Ranzolin